LANDART

Arte en el paisaje

Región de Coquimbo, Chile, 2021

Apacheta

Manuel Alvarado

Piedra en la piedra, el hombre, dónde estuvo?

Aire en el aire, el hombre, dónde estuvo?

Tiempo en el tiempo, el hombre, dónde estuvo?

Pablo Neruda, “Alturas de Macchu Picchu”, Canto General, 1950.

La intervención realizada por Paula Zegers en el desierto de la región de Coquimbo, corresponde a una estructura cuadrangular de dimensiones variables hecha a partir de la superposición de entre 400 a 600 ladrillos irregulares negros,  la cual a través del tiempo se irá expandiendo y dando lugar a otras construcciones similares, aunque con diferentes volúmenes, levantadas en las inmediaciones.

En relación con el título de la obra, la artista buscó tributar a las culturas indígenas de la zona, es por ello que adoptó la noción de apacheta. Este término de origen aymara,  hace referencia a los hitos de forma cónica compuestos por piedras dejadas por los viajeros a lo largo del Camino del Inca. Estos cúmulos que servían como señalética y lugares de encuentro, eran también espacios sagrados en permanente construcción en los que se rendía tributo a la Pachamama y a los Apus, las deidades de las montañas. La relevancia de estos conjuntos pétreos era su carácter colectivo, colaborativo y dinámico, cuestiones que la artista también ha querido integrar en su obra.

 En cuanto a su emplazamiento, esta pequeña construcción dialoga con los accidentes geográficos del terreno y se acopla con ellos, lo que genera una armoniosa continuidad entre el paisaje y la estructura ampliando la línea del horizonte. Además, las condiciones del sitio en el que se encuentra, próximo al mar, dotan a esta intervención de una interesante dimensión sonora aportada por el océano y la fauna que lo habita, la cual reverbera entre los intersticios de los ladrillos, invitando al recogimiento. Estas características se relacionan directamente con la corriente artística desde la que la artista plantea este trabajo: el Land Art.

 El Land Art, también conocido como Earthworks, consiste en la intervención artística de la naturaleza mediante el empleo de elementos que esta misma provee o de materiales no industrializados, cuya transformación a través del tiempo es decisiva. En otras palabras, la naturaleza se ha convertido en el campo de acción y, a la vez, en soporte y medio de la obra de arte. Entre sus características más sobresalientes, se cuenta que supone salir de la galería o el museo, haciendo de los entornos naturales el espacio exhibitivo y, al mismo tiempo, el soporte de la obra, lo que termina suprimiendo la dicotomía arte-naturaleza. Además, por tratarse generalmente de acciones de gran escala realizadas en lugares alejados, los registros fotográficos y audivisuales se vuelven recursos fundamentales que incluso pueden llegar a convertirse en la “obra”.

 En el caso de Apacheta, se evidencia cada una de las cualidades antes descritas, pues existe conciencia de que la estructura levantada en un lugar de difícil acceso, se irá transformando producto de la acción del sol, la lluvia, la flora y la fauna. Los cambios sufridos por la obra, fueron fotografiados en distintos momentos del día bajo condiciones climáticas diversas. Estos registros permitirán evidenciar el comportamiento variable de la intervención, así como también, difundirla.

 Un aspecto interesante de este trabajo es el uso de ladrillos, una de las tecnologías constructivas más antiguas y revolucionarias desarrolladas por la humanidad. Aparecidos alrededor del siglo XI a.C. entre en las comunidades neolíticas, estos bloques de barro cocido permitieron el afianzamiento de los asentamientos y el progreso de la vida sedentaria en todos los rincones del planeta. Este aspecto primigenio es el que la artista ha querido enfatizar en su intervención, haciendo un guiño a la arquitectura de las comunidades indígenas andinas, las que mediante adobes y, posteriormente, bloques de piedra, transformaron el espacio levantando construcciones, entre ellas, templos, fortalezas, tambos, terrazas de cultivo, etc., que destacan por su solidez, carácter compacto y alto nivel de integración con el paisaje en el que se encuentran.  Además, el uso serial de ladrillos de arcilla tiene un sentido metáforico, pues para la artista es una forma de volver a poner “tierra sobre tierra”, haciéndose cargo de los ritmos y ciclos permanentes de la naturaleza. 

 Otra cuestión presente en la investigación plástica de la artista –y también en esta propuesta–, es la monocromía y el uso casi exclusivo del negro. La fascinación por este “no color” surge por su profunda potencia simbólica que trasciende culturas y periodos históricos, pero también por su interés estético. En este caso, los ladrillos ennegrecidos por la artista se funden con las múltiples gamas de colores tierra propios del suelo semiárido del Norte Chico y de su vegetación quemada por el sol que las abrasa durante gran parte del año. 

Finalmente, resta señalar que la motivación por realizar este trabajo surgió como una profundización de múltiples aspectos plásticos abordados por la artista en obras anteriores. De este modo, el empleo de la tierra, la monocromía, el uso de figuras geométricas y las referencias al mundo indígena, cobran un nuevo sentido sobre este espacio “propio” y resonante que Paula decidió  intervenir. Apacheta, levantada en medio de un cerro desolado, con su aspecto hermético y completamente negro, deviene en un espacio sacralizado que invita a detenerse y a reflexionar en conexión con la naturaleza circundante.

Manuel Alvarado es Magíster en Teoría e Historia del Arte por la Universidad de Chile y Licenciado en Historia y en Estética por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente, Manuel se desempeña como investigador de colecciones en el Museo Nacional de Bellas Artes y miembro del equipo editorial del Centro de Estudios de Cosas Lindas e Inútiles.