COMPAÑIA LIMITADA

COMPAÑIA LIMITADA

Exposición 2002
Galería A.M.S. Malborough



COMPAÑÍA LIMITADA

También en la historia de la pintura las mujeres han brillado por su ausencia. Los nombres que aparecen son pocos: la napolitana Artemisa Gentileschi- que a finales del Renacimiento pintó a Judith cargando a la cabeza del general Holofernes-, la impresionista Mary Cassat, Frida Kahlo y, en el último tiempo, LouiseBourgeoise y Cindy Sherman, mas una que otra cuya fama es patrimonio de especialistas. Las explicaciones para este fenómeno pueden ser muchas y variadas, pero lo indesmentible es que los hombres nos quedamos con lo público, mientras ellas controlaban lo privado. El reino de la intimidad, por llamarle de algún modo, se constituyó en esa gran conquista de las mujeres que los guerreros y los que se pretendían poderosos despreciaron durante siglos.

El tiempo, sin embargo, se encargó de botar las ideologías y de humillar los grandes discursos, de echar por tierra las ambiciones desmedidas y de demostrar que no era desde ahí, desde los podios, desde donde verdaderamente se podía transformar la realidad. Entonces los historiadores comenzaron a escribir acerca de las vidas privadas, de las minucias, las costumbres, las anécdotas y las mujeres, porque eran éstas las que conocían los archivos secretos y reservados, es decir, el eslabón que le faltaba a la historia para poderse comprender. Pero ninguna investigación se acerca siquiera a las noticias de primera mano, a la expresión directa de lo que se ve, se piensa y se siente. Nadie puede pintar por otro eso que el otro ha visto, sin traicionarlo. Y no se trata de hacer apología del arte de género ni nada por el estilo, porque está claro que el valor de toda creación flota por sobre las circunstancias que lo motivan, pero también es cierto que no existe arte sin esas circunstancias y que hay siempre algo cautivador en la inspección de un universo desconocido. ¿Qué miran, qué huelen, qué sospechan y que adivinan ésas que por siglos murieron sin contárnoslo?

Las pinturas de esta exposición, cada una a su manera, nos informan acerca de ese lado silencioso, de ese otro reino infinitamente pequeño que se esconde en las alcobas, en los presentimientos y en las noches. Sus personajes, sus objetos y sus paisajes, están soñando. En estas telas no brillan grandes anécdotas, pero, como en el Aleph, una mirada atenta es capaz de descubrirlo todo.

Patricio Fernández